Frei y Enríquez Ominami intentan frenar el ascenso de Sebastián Piñera

viernes, 11 de diciembre de 2009


Hasta hace poco, la perspectiva de que un político de derecha sea el próximo presidente de Chile, no parecía entrar en los cálculos de Eduardo Frei o de Marco Enríquez Ominami. Como si esa posibilidad contraviniera las leyes de la naturaleza, pese a que Sebastián Piñera encabeza las encuestas desde hace más de cuatro meses.

La última de Gallup, adjudica a Piñera, abanderado de Coalición por el Cambio, el 34% de la intención de votos, a Frei, de la Concertación (la alianza de centro-izquierda que gobierna desde 1990) el 26% y al independiente Ominami, el 19%.

Quizás debido a que sus propuestas son parecidas, el ex presidente Eduardo Frei y el “rebelde” Marco, que abandonó la Concertación en junio del 2009 para competir por sus propias fuerzas, concentraron sus energías en descalificarse mutuamente.

Para MEO (siglas por las que se conoce a Marco Enríquez Ominami), Frei encarna a una generación con grandes méritos –aquella que desafió al dictador Augusto Pinochet- pero demasiado fatigada como para impulsar a Chile hacia el desarrollo pleno.

Para el circunspecto Frei, MEO lo haría muy bien como “creativo” de una agencia publicitaria (por los eslóganes de su campaña) pero elegirle presidente de Chile sería como poner a un bebé al mando de una nave espacial.

En el fragor de la batalla, ambos dejaron correr el tiempo y cuando se fijaron en el calendario, quedaba una semana para las elecciones y Piñera seguía ganando terreno.

Polémica en la campaña

El lunes pasado ocurrió algo imprevisto: el juez Alejandro Madrid ordenó el arresto de seis individuos, acusados de asesinar en 1982 a Eduardo Frei Montalva, ex presidente y padre del actual candidato Eduardo Frei Ruiz Tagle.

La decisión del magistrado puso nuevamente en candelero el tema de los crímenes cometidos por el régimen de Augusto Pinochet y el papel que desempeño la derecha en esos años aciagos.

Urgidos por la proximidad de los comicios, Frei y Ominami dejaron de lado sus disputas y aprovecharon la conmoción de la opinión pública –veintisiete años después de su muerte se confirmaba que Frei Montalva fue envenenado por los agentes de la dictadura- para disparar contra el supuesto flanco débil del empresario Piñera: los derechos humanos.

Ominami le acusó de haber presentado en 1995 una ley de amnistía para los altos funcionarios de la dictadura y Frei, más cauteloso, recordó que mientras miles de disidentes eran torturados y ejecutados, otros hacían fortuna con sus negocios. Una gruesa alusión a la fortuna que amasó Piñera en esa época.

El candidato derechista salió al paso de esas acusaciones, recordando a sus adversarios que una parte de su fortuna sirvió para financiar la campaña de los anti-pinochetistas, de cara al plebiscito de 1988, en que la mayoría de los chilenos se opusieron a que el dictador continuara en el poder.

Y que en los últimos años, sus abogados han asesorado a los familiares de las víctimas de la represión para obtener indemnización de Estado.

Queda por ver si la ofensiva de Frei y Ominami socava la popularidad del dirigente derechista o si acaso ya es demasiado tarde como para frenar su impetuosa carrera hacia la presidencia.

elmundo.es

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