Socialismo en el siglo XXI

martes, 9 de febrero de 2010

El contundente triunfo electoral de Evo Morales en diciembre pasado, con 64.2%, y sus sucesivas victorias en referendo desde el 2005, hicieron que varios analistas aseguraran que Bolivia es uno de los países que avanza al Socialismo del Siglo XXI. Tal sensación está basada en el mayor logro de su gestión: La expropiación a dos connotados terratenientes, propugnadores de la separatista “Nación Camba” (Branco Marinkovic y Osvaldo Monaterior), y de fundos de la empresa alemana HANSA. A ello se suma la emergencia indígena y el positivo retroceso del colonialismo interno. Sin embargo, para consolidar estos cambios se necesita modificar la correlación de fuerzas entre la semicolonia y el capital financiero.

En hidrocarburos, con la suscripción de 44 nuevos contratos, la influencia de las petroleras ha dejado intacta la Ley de Hidrocarburos 3058, de 17-05-05, previa al gobierno del MAS. Lo anterior sucedió por no aplicarse las auditorias a las empresas, dispuestas por el decreto de nacionalización del 01-05-06. La promesa de Evo de ampliar la presencia de Repsol induce al pesimismo. Además, la corrupta gestión en YPFB hizo fracasar la instalación de plantas que debían recuperar los licuables del gas que se exporta a Brasil y Argentina y provocó que el país perdiera su autosuficiencia en diesel, gasolinas y GLP.

Soros y la Sumitomo siguen controlando el enorme yacimiento argentífero de San Cristóbal y la Coeurs D´Alen, de EEUU, los desmontes de ese mineral. La industrialización del hierro está paralizada. No obstante, pudo instalarse una planta hidro metalúrgica para el cobre y recuperar las fundiciones estatales de estaño. El destino del litio definirá esta parte de la pugna entre el imperio y la semicolonia.

Los gobiernos de La Paz y Buenos Aires no se atreven a repatriar sus reservas monetarias internacionales, depositadas en Bancos de Europa y en el Tesoro de EEUU, en cumplimiento del nefasto “consenso de Washington”, pese a no existir óbices legales. No quieren admitir que en caso de hacerlo, se abrirían promisorios horizontes para encarar la construcción del Gasoducto al Noreste Argentino (GNEA), así como ambiciosos proyectos binacionales en minería, termoelectricidad y petroquímica, con lo que podrían contener la succión foránea. Al mismo tiempo, se resisten a admitir que los bonos de beneficencia deben salir de las utilidades de las empresas públicas y no del capital de arranque que debe estructurarlas.

Sin cohesión interna ningún proyecto estratégico será viable. Si Evo ha frenado el separatismo de Santa Cruz, ahora debe evitar la disgregación que busca el ultra indigenismo. Sin embargo, no será fácil disminuir cultivos de coca destinados al narcotráfico, lograr que YPFB participe de la renta petrolera, que la inapelable justicia comunitaria tenga límites racionales y que inevitables conflictos entre pueblos originarios, municipios y departamentos por competencias autonómicas y por recursos naturales vitales como el agua y la energía no desemboquen en violencia. De no cumplirse estas premisas, el acercamiento de Bolivia al socialismo del Siglo XXI continuará siendo un anhelo lejano.

El contexto internacional no es favorable a los países periféricos. Cabe citar, como ejemplo, la continuidad del saqueo en Africa con el concurso de China, los enclaves coloniales en América Latina y el Caribe, las bases militares gringas en Colombia y la apertura amazónica de Lula a Sarcozy, sin olvidar que el ingreso de Brasil al club de acreedores del FMI ha debilitado al MERCOSUR y sumido en la inanición al Banco del Sur, en tanto la Unión Europea (UE) ha fracturado a la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Sobre estos temas, los presidentes de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) casi no se han pronunciado.

Cabe añadir la vigencia de paraísos financieros digitada por banqueros delincuentes, las guerras de agresión del Pentágono, el financiamiento del Banco Mundial, USAID y Europa al ultra indigenismo, el demencial armamentismo que enriquece a las potencias, los riesgos de descontrol de la economía venezolana, el sometimiento de Obama al complejo industrial-militar de EEUU y los preocupantes cambios climáticos, provocados por las naciones poderosas, pero que sirven de pretexto para mantener la pobreza en pueblos sometidos.

fuente: izquierdanacional.org

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