Se dispara la tensión por la exploración británica de petróleo en las Malvinas

domingo, 7 de febrero de 2010


El descubrimiento de crudo en las islas llevaría a terapia intensiva la estrategia diplomática argentina. Pero el aumento del precio del barril volvió a poner de moda la exploración y el riesgo. Los kelpers apuestan al misterio que se esconde en la profundidad.

Los más optimistas creen que puede esconder 60 mil millones de barriles de petróleo de alta calidad. Eso dicen los diarios británicos. Eso mismo es lo que reproduce buena parte de la prensa económica más seria de Estados Unidos. Ése es también el sueño dorado de los tres mil kelpers que residen en las islas. Y es mucho: las reservas probadas de la Argentina son de unos 2.600 millones de barriles. Pero no es la única opinión. Los pesimistas creen que es posible que bajo ese mar, a 4.000 metros de profundidad, no haya petróleo comercializable. El largo vaivén va desde el tesoro a la casi nada.

Las primeras exploraciones en la zona norte del mar que envuelve a las islas fueron en 1998. Estuvieron a cargo de un grupo de grandes petroleras (entre ellas, Shell), que hicieron seis perforaciones. Sacaron una conclusión: “Puede que aquí haya petróleo, pero la inversión es inviable”. Por esos días, el barril costaba unos 10 dólares. Se fueron. Decepcionados.

Hubo un segundo intento. El gobierno de la isla volvió a concesionar áreas para explorar en el año 2000. Se presentaron cinco compañías. Recién ahora, diez años después, se anuncia la llegada de una plataforma que la empresa británica Desire Petroleum le alquiló a la compañía Diamond Drilling, para hacer nuevas exploraciones. El desembarco, previsiblemente, generó una reacción de la Cancillería, que, a su vez, disparó declaraciones inquietantes de funcionarios del gobierno de Gordon Brown, que volvieron a agitar el fantasma militar.

Las compañías petroleras viven, en buena medida, de las proyecciones, que parten casi siempre de una breve especulación. Y de las inversiones de riesgo. Los voceros de las compañías interesadas creen que 2010 es buen momento para sus aventuras. “La exploración y el riesgo vuelven a estar de moda”, dijo, pocos días atrás, Howard Obee, presidente ejecutivo de Borders & Southern Petroleum.

Los especialistas locales son algo más cautelosos. “Ya lo dijo Harold Ickes, el funcionario de Roosevelt que manejó la política de precios en la Segunda Guerra Mundial. Él decía que el día que aparezca un petrolero honesto va directo al libro Guiness. Hay que ver que también puede ser un negocio para los gobiernos del Reino Unido y de las islas. Pero, así y todo, si la plataforma es de perforación, el asunto es serio”, apunta Gustavo Calleja, ex subsecretario de Energía de Raúl Alfonsín, y director de Instituto de Energía de la Fundación Illia.

“La verdad es que hay mucha incertidumbre. Es una zona que en la superficie tiene hulla, por tanto es probable que haya petróleo. El asunto es cuánto se puede sacar por pozo”, introduce Carlos Pierro, ex presidente de YPF. “Yo lo hice estudiar con unos geólogos cuando se habían hecho exploraciones en la zona de off shore en la Argentina. Y ellos consideraban que era inviable por razones económicas. En ese momento, el precio del petróleo estaban en 18 dólares, fue en el año 91. Ahora, con estos precios de petróleo hay que pelear por esa participación, y lo mejor que se puede hacer es buscar una asociación con ellos”, sugiere.

El gobierno argentino tiene una estrategia. El marco no es sencillo. Desde 2003 a esta parte llevó el tema de la soberanía de las islas a diferentes foros internacionales, con distinta suerte. Logró como avances declaraciones a favor de una reanudación de las negociaciones. Gran Bretaña no pestañó. A fines del año pasado, YPF, asociada con Petrobras y Pan American Energy, anunció que invertirá cerca de 100 millones de dólares en la exploración a 289 kilómetros de la costa de Tierra del Fuego. Los funcionarios de Cancillería intentan obstaculizar la oferta de concesiones petroleras de las islas. A modo de consuelo, de momento, consiguieron desinteresar a Chile y a algunas empresas no británicas con el ruido político que rodea a la soberanía de las islas.

Los expertos se dividen. Unos creen que hay que ponerle a Gran Bretaña más problemas en el camino. Calleja le dice a eso “la gran Caputo” (es decir: “que les cueste”). Otros confían en acercarse con diplomacia para intentar sacar algún pequeño rédito económico.

Casi todos apuntan que, más allá de Malvinas, es hora de imitar a Brasil. “El que no está buscando petróleo en el mar está perdiendo el tiempo”, sugiere Jorge Lapeña, ex secretario de Energía.

fuente: criticadigital.com

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