El presidente y Putin escenifican su unión en el Congreso de Rusia Unida
"Las elecciones deben ser el reflejo de la voluntad popular, una competencia de ideas y programas" y no convertirse "como a veces sucede" en un reemplazo de "los procedimientos democráticos por los administrativos". El presidente ruso, Dmitri Medvédev, pronunció ayer en el congreso anual del partido gobernante Rusia Unida palabras insólitamente explicitas sobre ciertas censurables prácticas electorales utilizadas en Rusia y sobre la necesidad de avanzar en la democratización del país.
"Hay que liberarse de los malos hábitos políticos", dijo Medvédev. "La democracia existe, al fin y al cabo, no para los partidos -del gobierno u oposición-; la democracia existe para los ciudadanos", apuntó el presidente, quien exhortó a "aprender a ganar en competiciones abiertas".
Imposible no ver en estas palabras una alusión a las pasadas elecciones municipales y regionales, celebradas el 11 de octubre y en las cuales oficialmente Rusia Unida arrasó. Las manipulaciones y falsificaciones directas fueron tales que no sólo protestaron los partidos de oposición, sino incluso los que apoyan al Kremlin, como Rusia Justa. Los diputados de este último partido, junto con los comunistas y liberal democráticos -los únicos, además de Rusia Unida, que tienen representación parlamentaria- boicotearon el trabajo de la Duma Estatal y abandonaron la sala en señal de protesta, algo sin precedentes en la era de Vladímir Putin.
El hecho de que Medvédev, que no es miembro de Rusia Unida, haya pronunciado estas palabras en un acto al que había sido invitado por Putin -que además de primer ministro también es líder del partido-, es una clara señal de que se habían puesto de acuerdo antes. Como también lo habían hecho sobre los discursos que pronunciarían, primero Medvédev sobre el estado de la nación el 12 de noviembre, y ahora Putin, que centró su alocución en los problemas de Rusia y su gente, en la política económica y social, complementando a Medvédev y apoyando sus ideas.
La armonía entre Medvédev y Putin quedó de manifiesto en el contenido de los discursos pero también en la escenografía. Los dos entraron juntos y sonrientes en la sala, e inmediatamente después de abrir el congreso, que se celebra en San Petersburgo, el primer ministro cedió la palabra al presidente. Putin habló, como el mismo reconoció, de "cosas bastante aburridas", relacionadas con la economía y los programas sociales. El primer ministro se extendió en los éxitos obtenidos en el año que la crisis mundial llegó a Rusia, subrayando que se logró evitar el colapso del sistema bancario y que no se permitió que quebrara ninguna de las empresas vitales para Rusia, al tiempo que se hizo todo por evitar que cayera el nivel de vida de la gente.
Prometió continuar la política antiinflacionista, recalcando que el IPC de este año, que será de un 9,6% o algo mayor, es alto, aunque menor que el del año pasado, que fue del 13,3%. Dijo que el Gobierno dará más dinero para los programas de empleo, así como para las principales universidades; que aumentará el presupuesto militar y el destinado al desarrollo de las ramas de altas tecnologías, así como las pensiones. Rusia está decidida a salvar la industria automotriz y particularmente la gigantesca empresa AvtoVAZ, fabricante de los Lada, a la que le espera "profunda modernización".
elpais.com
"Hay que liberarse de los malos hábitos políticos", dijo Medvédev. "La democracia existe, al fin y al cabo, no para los partidos -del gobierno u oposición-; la democracia existe para los ciudadanos", apuntó el presidente, quien exhortó a "aprender a ganar en competiciones abiertas".
Imposible no ver en estas palabras una alusión a las pasadas elecciones municipales y regionales, celebradas el 11 de octubre y en las cuales oficialmente Rusia Unida arrasó. Las manipulaciones y falsificaciones directas fueron tales que no sólo protestaron los partidos de oposición, sino incluso los que apoyan al Kremlin, como Rusia Justa. Los diputados de este último partido, junto con los comunistas y liberal democráticos -los únicos, además de Rusia Unida, que tienen representación parlamentaria- boicotearon el trabajo de la Duma Estatal y abandonaron la sala en señal de protesta, algo sin precedentes en la era de Vladímir Putin.
El hecho de que Medvédev, que no es miembro de Rusia Unida, haya pronunciado estas palabras en un acto al que había sido invitado por Putin -que además de primer ministro también es líder del partido-, es una clara señal de que se habían puesto de acuerdo antes. Como también lo habían hecho sobre los discursos que pronunciarían, primero Medvédev sobre el estado de la nación el 12 de noviembre, y ahora Putin, que centró su alocución en los problemas de Rusia y su gente, en la política económica y social, complementando a Medvédev y apoyando sus ideas.
La armonía entre Medvédev y Putin quedó de manifiesto en el contenido de los discursos pero también en la escenografía. Los dos entraron juntos y sonrientes en la sala, e inmediatamente después de abrir el congreso, que se celebra en San Petersburgo, el primer ministro cedió la palabra al presidente. Putin habló, como el mismo reconoció, de "cosas bastante aburridas", relacionadas con la economía y los programas sociales. El primer ministro se extendió en los éxitos obtenidos en el año que la crisis mundial llegó a Rusia, subrayando que se logró evitar el colapso del sistema bancario y que no se permitió que quebrara ninguna de las empresas vitales para Rusia, al tiempo que se hizo todo por evitar que cayera el nivel de vida de la gente.
Prometió continuar la política antiinflacionista, recalcando que el IPC de este año, que será de un 9,6% o algo mayor, es alto, aunque menor que el del año pasado, que fue del 13,3%. Dijo que el Gobierno dará más dinero para los programas de empleo, así como para las principales universidades; que aumentará el presupuesto militar y el destinado al desarrollo de las ramas de altas tecnologías, así como las pensiones. Rusia está decidida a salvar la industria automotriz y particularmente la gigantesca empresa AvtoVAZ, fabricante de los Lada, a la que le espera "profunda modernización".
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