Viaje al centro de la felicidad en la Tierra

sábado, 3 de octubre de 2009


En Copacabana y el resto de la bahía de Guanabara se anticipó el carnaval: hubo shows musicales, cerveza y caipirinha para celebrar la elección del COI.

Si el Comité Olímpico reunido en Copenhague no hubiese elegido a Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, el mundo se habría perdido, en primer lugar, la fiesta de los cariocas. Unas 100 mil personas –según la Guardia Municipal–, muchas de ellas llevando ropas con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña, coparon la playa de Copacabana frente al escenario montado por la intendencia para el festejo oficial. Pero la mayoría no llevaba tanta ropa: como es habitual, garotos y garotas festejaban con lo mínimo de tejido sobre el cuerpo, mostrando sus curvas y exuberancias en biquini o zunga y Havaianas. Los primeros habían llegado bien temprano a escuchar a los DJ que animaron la mañana, pero la mayoría comenzó a reunirse después del mediodía, mientras se esperaba el anuncio que todos siguieron en vivo desde las pantallas gigantes.

En el escenario montado en la playa, frente al Copacabana Palace, hubo atletas olímpicos de distintas épocas y disciplinas. Actuaron La Furiosa, batería de la escola de samba Salgueiro –que, además de ser campeona del carnaval 2009, es, en opinión del cronista, la mejor batería de la ciudad–, y el popular grupo Revelação, que viene de una seguidilla de shows en la Lapa. Hubo globos, fuegos artificiales y mucha cerveza, caipirinha y coco helado, en una tarde de viernes que parecía feriado.

Luego de varios días de lluvia, el tiempo se hizo cómplice de la euforia de la ciudad. Con el Pan de Azúcar de fondo, un sol que se negaba a esconderse y las playas llenas de turistas, la multitud que bailaba sobre la arena extendió una enorme bandera que rezaba, en inglés: “Rio loves you”. Mientras en la rambla, muchos agitaban en sus manos pancartas con la leyenda “Yo lo sabía” en varios idiomas, mostrándoselas a los automovilistas que pasaban por la avenida Atlántica.

Todos se sumaron a la diversión o, de alguna manera, trataron de aprovechar la fiesta. Había jóvenes y viejos, negros y blancos, pobres y ricos, en una ciudad en la que los contrastes conviven con la mezcla y la diversidad está presente en cada esquina. Estaban, como todos los días, las estatuas vivientes, los vendedores ambulantes, los artesanos y todos los que se buscan la vida cerca del mar. Los artistas que diseñan monumentos de arena agregaron a sus motivos el símbolo de la campaña de la ciudad y los aros olímpicos con la leyenda “Río 2016”. No faltaron, como en el desfile que abrió los carnavales callejeros en febrero, Barack y Michelle Obama, esta última llevando una camiseta de Río de Janeiro. Sin embargo, mientras los imitadores del presidente estadounidense y su esposa festejaban en la playa, por internet comenzaba a circular, a modo de broma, la frase “Yes, we créu”, con la que los cariocas se rieron de la eliminación de Chicago incorporando al lema de Obama el nombre de un popular tema de funk.

No todos están seguros de que las Olimpíadas realmente vayan a mejorar la vida de los cariocas. El gobierno asegura que las inversiones necesarias mejorarán el transporte, crearán empleos y revitalizarán distintos barrios. Los más escépticos recuerdan que los Panamericanos sólo llevaron obras a los barrios ricos y que, mientras se construían estadios y condominios, las escuelas y los hospitales seguían igual. Pero unos y otros seguirán festejando mañana en la playa, con la presencia de Arlindo Cruz, la banda Blitz y, otra vez, la batería de Salgueiro. Porque si algo nunca falta en la Ciudad Maravillosa, pese a todas sus dificultades y tragedias, es una excusa para hacer de la alegría una forma de vida.

criticadigital.com

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