El Delito es un Negocio Rentable en Argentina, por Martín Simonetta

lunes, 2 de noviembre de 2009


Juan y Norberto son hermanos. Los dos viven en la Villa 31 bis[1] pero sus vidas son muy distintas.

El primero tiene 21 años y trabaja 6 días por semana en un almacén de Recoleta, un sofisticado barrio de Buenos Aires. Su empleador valora su actitud hacia los clientes, su cumplimiento e incondicionalidad. A pesar de ello, su ingreso no supera los 250 dólares mensuales.

Norberto no comparte la "vida de esclavo" -así lo define- que lleva su hermano. Tiene 19 años y desde que abandonó el colegio, a los 8, "se las rebusca"[2] de distintas formas.

Ambos comenzaron a trabajar pidiendo limosna en los semáforos desde su más tierna infancia. Con lo que recaudaban, su madre -quien los había dado a luz a los 15 y 17 años, respectivamente- llevaba adelante la vida de sus 6 hermanos menores.

Norberto un día se cansó y abandonó la humilde casa donde vivían. Encontró en la calle una vida tan misteriosa como atrapante. Y aprendió sus secretos. Con el paso de los años, pudo comenzar a armarse una casilla en la misma villa en la que vivía su familia.

Cada vez que se reúnen, Norberto trata de convencer a Juan de que abandone el almacén y se dedique al "choreo" -es decir el robo. Frecuentemente le dice: "Mirá, yo en un día gano lo que vos ganás en un mes. Y además, todos me admiran acá en la villa. Muchos pibitos[3] quieren ser como yo. Todas las minas[4] quieren salir conmigo porque tengo filo[5] ".

Juan se niega a escucharlo, pero en el fondo la idea le tienta. De todos modos, le retruca: "Pero vos sos chorro. Estuviste en cana[6] varias veces y saliste porque sos menor de edad. Además, a más de la mitad de tus amigos los mató la yuta[7] en tiroteos cuando afanaban[8] . ¿Hasta cuando querés arriesgarte? ¿Querés ser boleta[9] o terminar en cana para toda la vida?

Norberto responde, entonado por los contenidos de un cartón de vino: "El riesgo de que me metan en cana es muy bajo. De cada 100 afanos[10] que hacés, te agarran en uno. Además, la yuta tampoco quiere quilombos[11] . Si ellos nos hacen algo, tienen más problemas ellos que nosotros. Y si nos meten en cana, podemos seguir afanando desde la cárcel apretando[12] a la gente a través del celular y sacarles algo de mosca[13] . Además, mientras estamos presos tenemos alojamiento y morfi[14] gratis. Está todo bien".

¿Es racional ser criminal en Argentina?

Si vive en Argentina, es probable que el lector de esta nota, sus familiares o sus amigos, hayan sufrido algún tipo de delito en los últimos tiempos.

A pesar de que el gobierno niega que la inseguridad sea un problema, debemos decir que los mismos números oficiales hablan claramente al respecto. Si observamos los cuestionados datos elaborados por la Dirección Nacional de Política Criminal observaremos que entre 1991 y 2007 se produjo un fuerte incremento del delito que pasó de 498.290 casos en 1991 a 1.218.243 en 2007, es decir que se multiplicó por 2.5 en ese período.[15]


La poca credibilidad de la que goza en la información oficial ha dado origen a diversas iniciativas que intentan identificar las áreas de mayor riesgo delictivo. Tal es el caso del "Mapa de la Inseguridad " que logra esta meta a partir de la información provista por los ciudadanos víctimas del crimen en la ciudad y la provincia de Buenos Aires.

¿Cómo explicar esta realidad? Una forma de hacerlo es señalar que en la Argentina actual coexisten al menos dos factores: el primero, el incremento de la cantidad de pobres. Al respecto, la Iglesia Católica ha hecho público recientemente el dato de que 4 de cada 10 argentinos son pobres, lo cual contrasta con los ya poco creíbles datos oficiales. El segundo punto es que en nuestro país es bajo el costo de no cumplir la ley.

Dados estos factores, los resultados -que estamos viviendo- son esperables. Ya lo explicó algún tiempo atrás el Premio Nobel de Economía 1992 Gary Becker[16] : así como en otros negocios, los delincuentes realizan una evaluación del costo, el beneficio, la rentabilidad y el riesgo a la hora de actuar.

Para los potenciales delincuentes, el costo de oportunidad de trabajar y no delinquir -es decir, lo que dejan de ganar sino delinquen- es alto, especialmente si sus ingresos en el mercado laboral serían magros o nulos, en caso de desempleo. En el negocio del crimen, el riesgo será mucho mayor que trabajando honestamente (la esperanza de vida y de calidad de vida de los criminales es sustancialmente menor), pero los ingresos adicionales también serán más atractivos. En el caso de los dos hermanos señalado, el que delinque ganará mucho más dinero que el honesto.

El derecho, al revés

Si la ley no se cumple, no es ley. El bajo nivel de "enforcement" (cumplimiento efectivo de la ley) existente en Argentina tiene una lógica similar a la de un perro que ladra y sería castigado si llegara a morder. En consecuencia, la ecuación es clara: el delito tiene un premio tangible y altamente posible (el resultado del hurto o robo) y un castigo difuso y poco probable.

En algunas partes del mundo, como en los Estados Unidos, se reconoce con firmeza el derecho a portar armas[17] . Este hecho modifica fuertemente la ecuación del delincuente pues aumenta el riesgo de cometer un delito, a pesar del default gubernamental en esta materia.

La realidad criminal está modificando los hábitos y comportamientos de nuestra sociedad, especialmente de los sectores más vulnerables ante el crimen: mujeres y ancianos. La sensación de inseguridad es creciente a punto tal que muchas veces elegimos permanecer en nuestro hogar a efectos minimizar el riesgo de ser víctimas.

En contraste con otras épocas de la historia argentina, la pobreza hoy no parece ser una situación transitoria hacia un estado de mayor bienestar. El tanguero "conventillo" donde se radicaban miles de familias inmigrantes podría simbolizar aquel estado transitorio de humildad que simbolizaba el camino hacia un futuro promisorio.

La consecuencia lamentable del estado actual de cosas es la esperable orientación de la energía de un creciente sector de la sociedad hacia el delito. Si existiera voluntad de cambiar esta situación, debería enfocarse el esfuerzo en modificar la rentable ecuación de este negocio (que, además de todo, está libre de impuestos).

Tal como se observa en el diálogo de los hermanos, en la Argentina actual el que roba, gana más y vive mejor que el que trabaja honradamente. La rentabilidad del delito es muy alta, comparada contra otras alternativas legales para generar la supervivencia, especialmente en los crecientes sectores de bajos ingresos.

[1] Villa es la expresión equivalente a "favela" en Brasil o "shanty town" o "slum" en los Estados Unidos. Deviene del concepto "villa miseria" nacido algunas décadas atrás en irónica referencia a la pobreza reinante en este tipo de barrios.
[2] Procurar generar ingresos en el slang local.
[3] Niños.
[4] Mujeres.
[5] Dinero.
[6] Preso.
[7] Policía.
[8] Robaban.
[9] Que te maten.
[10] Robos.
[11] Problemas.
[12] Extorsionando.
[13] Dinero.
[14] Comida.
[15] Tengamos en cuenta que en Argentina, buena parte de los delitos no son declarados, porque -salvo en cuestiones donde hay compañías de seguros involucradas- la ciudadanía considera que no tiene mayor sentido.
[16] Gary S. Becker, The Economics of Crime, Cross Sections, (Fall, 1995) pp. 8-15. Federal Reserve Bank of Richmond.
[17] ElPaís.com, "El Supremo Tribunal de Estados Unidos ratifica el derecho a poseer armas", 27 de junio 2008.
[18] Vivos, inteligentes.
[19] Tontos.
[20] Trabajan.

uruguayinforme.com

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