Por Lenin (Otoño de 1895. T. 2, págs. 1-13. Vladímir Ilich Uliánov (Lenin)
El 5 de agosto de 1895 falleció en Londres Federico Engels. Después de su amigo Carlos Marx (fallecido en 1883), Engels fue el más notable sabio y maestro del proletariado contemporáneo de todo el mundo civilizado. Desde que el destino relacionó a Carlos Marx con Federico Engels, la obra a la que ambos amigos consagraron su vida se convirtió en una obra común. Y así, para comprender lo que Federico Engels ha hecho para el proletariado, es necesario comprender claramente la importancia de la doctrina y actividad de Marx en pro del desarrollo del movimiento obrero contemporáneo. Marx y Engels fueron los primeros en demostrar que la clase obrera con sus reivindicaciones surge necesariamente del sistema económico actual, que, con la burguesía, crea inevitablemente y organiza al proletariado. Demostraron que la humanidad se verá liberada de las calamidades que la azotan no por los esfuerzos bien intencionados de algunas que otras nobles personalidades, sino por medio de la lucha de clase del proletariado organizado. Marx y Engels fueron los primeros en dejar sentado en sus obras científicas que el socialismo no es una invención de soñadores, sino la meta final y el resultado inevitable del desarrollo de las fuerzas productivas dentro de la sociedad contemporánea. Toda la historia escrita hasta ahora es la historia de la lucha de clases, la sucesión en el dominio y en las victorias de unas clases sociales sobre otras. Y esto ha de continuar hasta que no desaparezcan las bases de la lucha de clases y del dominio de clase: la propiedad privada y la producción social caótica. Los intereses del proletariado exigen que estas bases sean destruidas, por lo que la lucha de clase consciente de los obreros organizados debe ser dirigida contra ellas. Y toda lucha de clases es una lucha política.
Estos conceptos de Marx y de Engels los ha hecho suyos en nuestros días todo el proletariado en lucha por su emancipación.
Pero cuando los dos amigos, en la década de 1840, participaban en la literatura socialista y en los movimientos sociales de aquel tiempo, estos puntos de vista eran completamente nuevos. A la sazón había muchos hombres con talento y otros sin talento, muchos honrados y otros deshonestos, que, en el ardor de la lucha por la libertad política, en la lucha contra la autocracia de los monarcas, de la policía y del clero, no percibían el antagonismo existente entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Estos hombres ni siquiera admitían la idea de que los obreros actuasen como una fuerza social independiente. Por otra parte, ha habido muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bastaba tan sólo convencer a los gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente para que resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Soñaban con un socialismo que triunfara sin lucha. Finalmente, casi todos los socialistas de ajena época y, en general, los amigos de la clase obrera no veían en el proletariado más que una llaga y contemplaban con horror cómo, a la par que crecía la industria, crecía también esta llaga. Por eso todos ellos pensaban en el modo de detener el desarrollo de la industria y del proletariado, de parar "el carro de la historia". Contrariamente al temor general ante el desarrollo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en el continuo crecimiento numérico de éste. Cuantos más proletarios haya tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria y tanto más próximo y posible será el socialismo. De expresar en pocas palabras los méritos de Marx y Engels ante la clase obrera, podría decirse que enseñaron a la clase obrera a tener conocimiento y conciencia de sí misma y sustituyeron los ensueños por la ciencia.
He aquí por qué el nombre y la vida de Engels deben ser conocidos de todo obrero; he aquí el motivo de que insertemos en nuestra recopilación, que, como todo lo que editamos, tiene por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros rusos, un esbozo sobre la vida y la actividad de Federico Engels, uno de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo.
Engels nació en 1820, en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia. Su padre era fabricante. En 1838, Engels, por motivos familiares, se vio obligado, antes de terminar el liceo, a colocarse como dependiente en una casa de comercio de Bremen. Este trabajo no le impidió ocuparse de su capacitación científica y política. Siendo todavía alumno del liceo, Engels llegó a odiar la autocracia y la arbitrariedad de los funcionarios gubernamentales. El estudio de la filosofía lo llevó aún más lejos. En aquella época, en la filosofía alemana predominaba la doctrina de Hegel, de la que Engels se hizo partidario. A pesar de que el propio Hegel era admirador del Estado autocrático prusiano, a cuyo servicio se hallaba en calidad de profesor de
Engels se hizo socialista estando ya en Inglaterra. En la ciudad de Manchester se puso en contacto con los militantes del movimiento obrero inglés existente en aquel entonces y empezó a colaborar en las publicaciones socialistas inglesas. En 1844, al pasar por París de regreso a Alemania, conoció a Marx, con quien ya mantenía correspondencia. Estando en París, Marx, bajo la influencia de los socialistas franceses y de la vida en Francia, también se hizo socialista. En la capital de Francia los dos amigos escribieron juntos su obra La sagrada familia o crítica de la crítica crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx y que apareció un año antes de La situación de la clase obrera en Inglaterra, contiene las bases del socialismo revolucionario-materialista, cuyas ideas principales hemos expuesto más arriba. La sagrada familia es un nombre burlón dado a los filósofos hermanos Bauer y a sus secuaces. Estos señores predicaban una crítica que estaba por encima de toda realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda actuación práctica y sólo contemplaba "críticamente" el mundo circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado de masa carente de sentido crítico. Marx y Engels se enfrentaron enérgicamente con esta tendencia absurda y nociva. En nombre de la verdadera personalidad humana, la del obrero, pisoteado por las clases dominantes y por el Estado, Marx y Engels exigían no la contemplación, sino la lucha por un orden social, mejor. Y veían, naturalmente, que la fuerza capaz de librar esta lucha, en la que estaba interesada, era el proletariado. Ya antes de la aparición de La sagrada familia, Engels había publicado en la revista Anales franco-alemanes, editada por Marx y Ruge, su Estudio crítico sobre la economía política, en el que analizaba desde el punto de vista socialista los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia inevitable de la dominación de la propiedad privada. Su relación con Engels contribuyó sin duda a que Marx se decidiera a ocuparse del estudio de la economía política, ciencia en la que sus obras produjeron toda una revolución.
Desde
La revolución de 1848, que estalló primero en Francia y se extendió después a otros países de
A Londres vino a establecerse también Marx. Engels no tardó en colocarse de nuevo en la misma casa de comercio de Manchester, de la que había sido empleado en la década de 1840, Y más tarde se hizo socio suyo, Hasta 1870, Engels vivió en Manchester y Marx, en Londres, lo que no fue óbice para que siguieran en el más íntimo contacto espiritual, manteniendo correspondencia casi a diario. En esta correspondencia los dos amigos intercambiaban sus ideas y conocimientos, continuando la elaboración en común de la doctrina del socialismo científico. En I870, Engels se trasladó a Londres y hasta 1883, año en que murió Marx, continuaron su vida intelectual conjunta, una vida llena de intensísimo trabajo. Su resultado fue, por parte de Marx, El Capital, la obra más grande sobre economía política de nuestro siglo, y, por parte de Engels, toda una serie de obras grandes y pequeñas. Marx trabajó en el análisis de los complejos fenómenos de la economía capitalista. Engels, en sus trabajos, escritos en un lenguaje muy ameno, muchas veces en forma de polémica, enfocó los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente en el sentido de la concepción materialista de la historia y de la doctrina económica de Marx. De estos trabajos de Engels citaremos: la obra polémica contra Dühring (en ella el autor analiza los problemas más importantes de la filosofía, de las ciencias naturales y de la sociología); El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (traducida al ruso y editada en Petersburgo, 3a ed. de 1895); Ludwig Feuerbach (traducción al ruso y notas de J. Plejánov, Ginebra, 1892); un artículo sobre la política exterior del gobierno ruso (traducido al ruso y publicado en Sotsial-Demokrat, núms. 1 y 2, en Ginebra), sus magníficos artículos sobre el problema de la vivienda y, finalmente, dos artículos, pequeños pero muy valiosos, sobre el desarrollo económico de Rusia (Federico Engels sobre Rusia, traducido al ruso por V. Zasúlich, Ginebra, 1894). Marx murió sin haber logrado dar definitivo remate a su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, esta obra estaba terminada en borrador, y Engels, después de la muerte de su amigo, emprendió la difícil tarea de redactar y editar los tomos segundo y tercero de El Capital. En 1885 editó el segundo y en 1894 el tercer tomo (el cuarto tomo ya no alcanzó a redactarlo). Estos dos tomos le exigieron muchísimo trabajo. El socialdemócrata austríaco Adler observó con razón que, con la edición del segundo y tercer tomos de El Capital, Engels erigió a su genial amigo un monumento majestuoso en el que, involuntariamente, había grabado también con trazos indelebles su propio nombre. En efecto, dichos tomos de El Capital son obra de ambos, de Marx y de Engels. Las leyendas de la antigüedad nos demuestran diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo tiene derecho a decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones mutuas superan a todas las emocionantes leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres. Engels siempre, y en general con toda justicia, se posponía a Marx. "Al lado de Marx -escribió en una ocasión a un viejo amigo suyo- me correspondió el papel de segundo violín”. Su cariño hacia Marx mientras éste vivió y su veneración a la memoria del amigo muerto fueron infinitos. Engels, el luchador austero y pensador profundo, era hombre de una gran ternura. Después del movimiento de 1848-49, Marx y Engels, en el exilio, no se dedicaron únicamente a la labor científica. Marx creó en 1864 la "Asociación Internacional de los Trabajadores", que dirigió durante todo un decenio. También Engels participó activamente en sus tareas. La actividad de esta "Asociación Internacional" que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los países, tuvo una enorme importancia para el desarrollo del movimiento obrero. Pero, incluso después de haber sido disuelta dicha asociación, en la década de 1870, el papel de Marx y de Engels como unificadores de la clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su importancia como dirigentes espirituales del movimiento obrero seguía creciendo constantemente, porque el propio movimiento continuaba desarrollándose sin cesar. Después de la muerte de Marx, Engels, solo, siguió siendo el consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él acudían en busca de consejos y directivas tanto los socialistas alemanes, cuyas fuerzas, a pesar de las persecuciones gubernamentales, iban constante y rápidamente en aumento, como los representantes de países atrasados, por ejemplo, españoles, rumanos, rusos, que se veían en el trance de meditar y medir con toda cautela sus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y experiencias del viejo Engels.
Marx y Engels, que conocían la lengua rusa y leían libros en ruso, se interesaban vivamente por Rusia, seguían con simpatía el movimiento revolucionario de nuestro país y mantenían relaciones con revolucionarios rusos. Ambos eran ya demócratas antes de hacerse socialistas y tenían profundamente arraigado el sentimiento democrático de odio a la arbitrariedad política. Este sentimiento político innato, a la par que la profunda comprensión teórica del nexo existente entre la arbitrariedad política y la opresión económica, así como su riquísima experiencia de la vida, hicieron que Marx y Engels fueran extraordinariamente sensibles precisamente en el sentido político. Por lo mismo, la heroica lucha sostenida por un puñado de revolucionarios rusos contra el poderoso gobierno zarista halló en el corazón de estos dos revolucionarios probados la simpatía más viva. Y a la inversa, era natural que el intento de volver la espalda a la tarea inmediata y más importante de los socialistas rusos -la conquista de la libertad política-, en aras de supuestas ventajas económicas, les pareciese sospechoso e incluso fuese considerado por ellos como una traición a la gran causa de la revolución social. "La emancipación del proletariado debe ser obra del proletariado mismo", nos enseñaron siempre Marx y Engels. Y para luchar por su emancipación económica, el proletariado debe conquistar ciertos derechos políticos. Además, Marx y Engels vieron con toda claridad que la revolución política en Rusia tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de
¡Memoria eterna a Federico Engels, gran luchador y maestro del proletariado!
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